Un rebozado exterior perfecto, dorado y crujiente. Un interior fibroso, jugoso y auténtico, como cabría esperar de algo que no es otra cosa que pechuga de pollo bien rebozadita, ¿verdad? Al menos eso es lo que tratan de hacernos ver los publicistas cada vez que ponen a circular uno de los famosos nuggets de pollo de cualquiera de las marcas o cadenas de restaurantes de comida rápida habidas y por haber. ¿Quién no ha visto esa foto junto a la parada del autobús de un buen puñado de nuggets de pollo apilados a un precio insuperable? ¿Y esas bolsas de la sección de congelados donde aseguran no vender otra cosa que simples taquitos de pechuga de pollo rebozada? Sin embargo, cada vez que vemos semejante aberración gastronómica evocamos el trabajo de Richard D. deShazo et al. publicado en The American Journal of Medicine, donde analizaron histológicamente los nuggets de pollo de dos cadenas de comida rápida conocidas en los EE.UU. Los resultados de los mismos fueron que la cantidad de músculo esquelético de pollo oscilaba entre el 40-50%, siendo el resto grasas, vasos sanguíneos, nervios, generosas cantidades de epitelio y tejido conectivo, incluyendo epitelio escamoso de piel, vísceras y espículas óseas. Es decir, un auténtico pudin impracticable de desechos de pollo al que añaden cantidades de almidones, aceites vegetales de baja estofa, proteínas vegetales, conservantes y potenciadores de sabor. Desde el punto de vista nutricional, los nuggets analizados mostraron una composición media de grasas del 56-58%, 24-25% de hidratos de carbono y 18-19% de proteínas. Un contenido medio de proteínas muy bajo, considerando que tratan de venderlo como pechuga de pollo lisa y llanamente.
En el mundo de la criminología, la prueba de la parafina es aquella que nos permite detectar restos de pólvora en la mano de quien dispara un arma de fuego a fin de poder conocer su relación con un determinado crimen. En el hampa de la industria alimentaria tenemos nuestra particular prueba de la parafina. Etiquetados que nos gritan «inocente» con un colorido «100% pechuga de pollo», pero que en sus formulaciones encuentran un inapelable «culpable» al poner en negro sobre blanco unos porcentajes de pollo por debajo del 50% en la lista de ingredientes. Unos restos de pólvora que todos podremos descubrir con sólo voltear la bolsa de nuggets.
REFERENCIA:
-deShazo RD et al. The autopsy of chicken nuggets reads "chicken little". Am J Med. 2013 Nov;126(11):1018-9.
-deShazo RD et al. The autopsy of chicken nuggets reads "chicken little". Am J Med. 2013 Nov;126(11):1018-9.